miércoles, 15 de abril de 2015


El Centro Murga Los Viciosos de Almagro se hizo presente para homenajear al Maestro Juan Carlos Cáceres en el Auditorio de Radio Nacional en un encuentro producido por el Ministerio de Cultura de la Nación e impulsado por el músico y compositor Ariel Prat 








Crónica de Pablo Vázquez en su columna Vienen Sonando 
para el Diario Crónica 


El viaje de Cáceres
Tenía ya una rica trayectoria como artista plástico y músico de jazz, primero en el país y luego en Francia, pero al filo del milenio comenzó a tallar en Buenos Aires voceando -entre el siempre presente ruido de la desinformación- una noticia que estaba en el aire, pero que nadie como él atrapó y puso de relieve. Juan Carlos Cáceres venía de París a revelar el origen negro del tango.
El pianista falleció el domingo en las afueras de la capital francesa en 1968, donde se estableció días antes del estallido del Mayo Francés. Décadas después, en sus frecuentes visitas a la Argentina, comenzó a devorar la magia de “los potreros”, como mentaba con cariño corsos y lugares de ensayo de las murgas, sitios en que se enamoró, por ejemplo, del toque tradicional de Los Viciosos de Almagro. Esas incursiones eran una consecuencia natural de lo que ya lo tenía agitado en Europa: había investigado sobre los albores del tango y en 1998 publicó Tango Negro, disco con un título que se convirtió en género. Por aquellos días, en Buenos Aires, el percusionista e instigador cultural Pata Corbani buscaba empapar a todos del secreto de ese músico que enfocaba el farol hacia el condimento afro del tango y que enseguida iba a incluir en el género tango a la murga de este lado del Río de la Plata. Como toda historia argentina, algunos episodios de la cronología revisionista de Cáceres fueron cuestionados, pero la esencia del mensaje no dejó dudas. En la mescolanza del tango es difícil hoy volver a ningunear su pata negra. Por fuera de las teorías se estableció en las milongas el tango negro, que recupera también para la danza la marca de los tambores. Y esto no ocurrió ahora, cuando las expresiones tangueras son más diversas y las milongas mucho más abiertas a nuevos compases sino una década atrás. 
Tango Negro no se editó íntegro en el país, pero parte del disco salió en Tocá Tango -su siguiente grabación que sí se publicó aquí-, que ya incluía la otra pasión que había abrazado el autor, la murga, presente en temas directos, de contundencia callejera. 
En Europa, Cáceres se cruzó con el Gotan Proyect de Eduardo Makaroff -referencia ineludible del mejor tango electrónico- y estableció a comienzos de siglo una relevante avanzada con Ariel Prat, quien por aquellos años vivía en España. Cáceres y Prat repartieron el arte orillero en conciertos didácticos y establecieron una dupla autoral que alumbró la gema La Retirada, clásico del palo. 
Justamente, la semana pasada Prat concretó un homenaje en Radio Nacional -con producción del Ministerio de Cultura de la Nación- cuya convocatoria demostró el tono de la incidencia de Cáceres: estuvieron, entre tantos, el bersuit Juan Subirá, la pianista clásica Mónica Papalía, el joven pero ya histórico bombista de murga Alejandro Caraballo, el renovador pianista de tango Julián Peralta, Omar Giammarco, Los Viciosos de Almagro, Félix Loiácono (Garufa de Constitución), la cantante María Volonté. Fue un emotivo adiós al maestro que en su vida mezcló la academia y el arrabal y que días después desgastado por el cáncer, a sus 79, emprendería, como dijo Prat, el viaje hacia “el otro barrio sabiendo que en las esquinas las guirnaldas estaban encendidas por él”.







No hay comentarios: